Duelo Infantil

Ante el fallecimiento de un ser querido, los adultos pensamos que los niños no hacen el duelo, es decir, no sienten la pérdida o no la entienden. Actuamos erróneamente cuando ocultamos qué es lo que está pasando en ese proceso de duelo.
El duelo que tiene que hacer un niño como en el caso de los adultos es un proceso único y muy complejo, por ello la forma de abordarlo va a depender de la edad del niño y su nivel de desarrollo evolutivo y sus rasgos de personalidad.
Los niños según la edad pueden tener diferentes formas de expresar la pérdida de un ser querido.
- Los niños de hasta 3 años generalmente ven la muerte como algo provisional y reversible. Hasta esta edad el niño no tiene definido lo que es la muerte, la ven como algo impersonal, temporal y reversible, debido al pensamiento mágico característico de esta edad. Los niños de esta edad manifiestan la percepción de la muerte a través de alguna de las siguientes reacciones: llanto constante, irritabilidad, falta de apetito, duermen poco y/o mantienen una constante búsqueda de la persona fallecida.
- Los niños entre 5 y 9 años empiezan a entender que la muerte es algo definitivo, pero todavía no lo conceptualizan como algo personal, es decir, piensan que tanto sus seres queridos como ellos nunca se van a morir. Aquí puede empezar a aparecer el miedo a la muerte, muy típico en niños con esta edad.
- A partir de los 9 años ya tienen una concepción de la muerte como algo natural, físico, irreversible y universal. Saben que tanto ellos como sus seres queridos morirán algún día pero no tienen plena conciencia de la verdadera realidad es decir, a los cambios que van a tener que adaptarse.
¿CÓMO HACER FRENTE A ESTAS SITUACIONES?
Esta pregunta es muy común que nos llegue a la consulta porque dar una noticia de estas características nunca es fácil y sobre todo a un niño. Estos son algunos de los consejos para que el niño entienda que es el proceso de duelo.
- Siempre hay que decir la verdad. La verdad sin contar hasta los puntos más escabrosos pero tampoco decir solo una frase. Sino explicar con un lenguaje que el niño entienda que su ser querido a muerte y el porqué.
- Normalizar las emociones, es normal que se sienta triste, enfadado o que llore. Explicarles que eso es normal y que a los adultos también les pasa porque querían a esa persona. La reacción del adulto al contar la noticia debe de ser controlada, sin llantos excesivos, gritos o explosiones de rabia, para que el niño no se asuste más de la cuenta.
- Debemos dejarle al niño un tiempo para hacer preguntas si las requiere y se las debemos contestar con la verdad pero sin detalles. Si el niño decide que no quiere hablar más del tema no forzarlo sino hacerle consciente de que su reacción es respetada y normalizada pero que si en algún momento necesitará hablar le escucharíamos y resolveríamos las dudas que le puedan surgir.
- Preguntar al niño si quiere hacer un ritual de despedida. Ellos también necesitan despedirse y expresar sus sentimientos. Un buen ritual de despedida podría ser una carta o un dibujo.
- Si el niño insiste en ir al entierro o al cementerio, explicarle que situaciones puede encontrarse allí pero llevarlo. Es mejor que él pueda ver lo que pasa y si luego más tarde, decide que no quiere estar allí, llevarlo a otro sitio; tenemos que evitar que confabule y se quede con una idea equivocada del proceso de duelo.
- Los días después del entierro, si surge la conversación delante del niño, hablar. No convertir el tema de la muerte o el proceso de duelo en un tema tabú.
- Ir volviendo a las rutinas del niño y de los adultos.