¿Mi hijo sufre TDAH (Transtorno Deficit Atencional e Hiperactividad)?
El TDAH o Trastorno de déficit atencional e hiperactividad es un problema neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión genética que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil, pudiendo llegar a la edad adulta en un 60% de los casos. Está caracterizado por una dificultad de mantener la atención voluntaria en diferentes actividades como académicas, cotidianas y unido a la falta de control de impulsos.
Este trastorno se puede dividir en 3 subtipos según sus principales características y síntomas. Estos subtipos serían: el tipo déficit de atención, el hiperactivo-impulsivo y el combinado.
El subtipo que sufre el déficit atencional presenta unas características como: no presta suficiente atención y sufre muchos errores o descuidos en todas sus tareas; tiene problemas para poder organizar tareas; no sigue instrucciones; sufre olvidos; pierde muchas cosas; evita tareas que le suponen un esfuerzo.
El segundo subtipo, el de categoría hiperactivo-impulsivo son niños o adultos que se mueven mucho, incluso pueden llegar a retorcerse en sus asientos; los niños en el colegio no pueden mantenerse sentados en su silla; hablan muchísimo; puede tener dificultad en juegos o tareas en equipo; suelen actuar como si tuvieran un motor interno a mucha velocidad; hace cosas sin pensar las consecuencias; interrumpe a los demás; suelen romper juguetes o utensilios; son propensos a pelearse con más facilidad.
El último subtipo es el combinado y es la persona que sufre algunos de los síntomas de ambos grupos.
Su diagnóstico no es fácil pero es imprescindible para un tratamiento efectivo, para qué padres, familiares, profesores y demás profesionales que traten con el niño o con el adulto pueden entender a la persona con esta problemática y poder ayudarlo en momentos que lo necesiten. Para una correcta evaluación se necesitan un examen médico completo para evaluar la salud general del niño y descartar otro tipo de problemas ya sean visuales, auditivos, anemias, etc. Una evaluación psicológica por un profesional para conocer el estado emocional del niño, incluyendo pruebas intelectuales y cognitivas. Una evaluación familiar para saber cómo es el comportamiento del niño en casa. Una evaluación escolar para conocer su historial académico y comportamental dentro del aula. El TDAH se puede confundir por otros problemas como ansiedad o depresión infantil o desordenes de la infancia, y es muy importante no etiquetar al niño o empezar con un tratamiento farmacológico cuando no se conoce exactamente porque el niño se comporta de determinada manera.
Una vez el diagnóstico está claro es importante saber cómo debemos actuar, tanto familiarmente como las pautas que deberemos dar en el colegio y demás lugares donde acuda el niño. Una terapia familiar y una terapia individual con el niño son muy beneficiosas. En la familia se trabajan aspectos donde toda la familia puede sufrir ansiedad, se aprende a conocer la sintomatología del trastorno y como debemos actuar en cada momento. Y en la terapia individual con el niño se trabajaría con el niño para que el también aprende los porqués de su trastorno, que aprenda a identificar sus síntomas y aprenda a controlarse estos en la medida de lo posible. Trabajar autoestima para que el entienda que no es el malo del cole, de casa o de otros entornos en los que el niño se encuentre. Trabajar el ámbito académico junto con los profesores. Relajación y demás problemas característicos de cada niño.