Marta Rebollar

El síndrome de alienación parental (SAP) surge cuando el divorcio ya se ha hecho efectivo y uno de los padres cuenta a su hijo o hijos todos sus sentimientos negativos y malas experiencias con su otro progenitor; con la única misión de que el niño absorba toda esta negatividad y la vuelque con su padre en forma de odio. Entonces, aparecen insultos, desplantes, agresiones y negatividad a realizar las visitas con este sin ninguna justificación aparente.

En niño bajo el síndrome de alienación parental desarrolla una negatividad a relacionarse con uno de sus progenitores y esto es un problema que requiere de intervención psicológica. El estudio psicológico de dicha negatividad permitirá averiguar si está presente dicho síndrome o no y averiguar el motivo de esta. Ningún menor debe crecer rechazando a uno de sus padres, por las graves consecuencias que de ello se derivarían.

Bajo el síndrome el niño desarrolla una actitud negativa hacia uno de sus progenitores y se niega a mantener relación con él predispuesto por el otro progenitor. El niño tiene miedo a no ser querido y por ello desarrolla este síndrome. El niño percibe el odio con el que su madre o padre hablan del otro progenitor, aquí el niño desarrolla un gran miedo a no ser querido por el padre que cuenta todas las malas experiencias, y la forma de protegerse es alienarse con el padre custodio y negarse a visitar al no custodio.

Ante lo cual reprime todos sus sentimientos hacia uno de ellos y presenta una imagen ante el otro progenitor con la que garantice su aprobación y así el niño recuperar la falsa sensación de que no va perder el amor por tener relación con el otro padre.

Estas son algunas de las estrategias que predisponen a este síndrome.

Indisponer al niño con comentarios negativos o sarcásticos sobre el progenitor.
Transmitir al niño información que pueda enturbiar la imagen del padre.
Trasladar al niño la decisión de visitar.
Hacer que el niño se sienta culpable por querer estar con el otro progenitor.
Utilizar una vinculación fuerte con el hijo para debilitar la que tiene con el otro progenitor en vez de fortalecerla.
Castigar emocionalmente cuando el niño expresa sentimientos positivos hacia el otro.


Este síndrome tiene efectos muy negativos para los niños y para la convivencia de la familia que lo ejerce:

Problemas de ansiedad: respiración acelerada, enrojecimiento de la piel, sudoración, elevación del tono de voz, temblores y desbordamiento emocional…Estos son algunos de los síntomas que pueden manifestar los niños en las visitas del progenitor rechazado.


Problemas en el sueño y en la alimentación: pesadillas, problemas para conciliar o mantener el sueño, vómitos, dolores estomacales…pueden ser un signo muy visible de la situación de malestar que viven y no saben afrontar ellos solos.


Conductas agresivas como insultos, agresiones físicas, romper cosas…
Conductas de evitación: se pueden apreciar en repentinos dolores que tienden a eliminar la visita del padre rechazado.


Dependencia emocional: miedo a ser abandonado por el progenitor custodio, ya que saben y sienten que su amor está condicionado a su comportamiento con el otro progenitor. Tienen que odiar a uno para ser querido y aceptado por el otro.


Dificultades en la expresión y comprensión de las emociones: tienden a expresar sus emociones centrándose en aspectos muy negativos. No desarrollan capacidad empática y mantienen una actitud rígida ante los distintos puntos de vista que ofrezca el progenitor rechazado.


Dificultades en las visitas programadas en la custodia y posteriores litigios entre los padres.

Cuando un niño presenta algún signo del síndrome de alienación no se tienen que dejar de realizar las visitas al padre rechazado; este deberá estar unas visitas sin realizar reproches hacia el niño y mostrándole mucho apoyo. El otro progenitor deberá no continuar con los mensajes negativos. Si el niño presenta sintomatología es aconsejable visitar a un especialista.

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